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Llegar al objetivo es una sensación maravillosa, aunque momentánea (sensación perecedera) ... mientras que el trayecto que nos lleva a conseguirlo suele ser largo y perdurar en el tiempo.
¿Realmente disfrutamos del proceso que nos mueve a conseguirlo, o nos perdemos sus colores, sus contrastes, sus olores, las mil y unas sensaciones que acompañan ese trayecto?.
¿Cuantas vivencias maravillosas nos pasan desapercibidas?, ¿cuántos seres se nos cruzan en el camino sin ser vistos ni disfrutar de su compañía... sólo por tener nuestra visión puesta en un momento fugaz?
Tenemos una impronta educacional de competición, de saciedad, de tener que conseguir, de tener que tener y nos olvidamos de ser y de sentir... desperdiciando los miles de regalos que esta maravillosa vida tiene para nosotros.
¿Que más da que llegues tarde o nunca llegues a tu objetivo, si has sido plenamente feliz degustando la VIDA?
Los objetivos se pueden cambiar, se pueden rehacer, se pueden deshacer y transformar, se puede incluso no tener... pero los segundos de vida y de experiencia que pasan ante tus ojos sin que te alimentes de ellos, simplemente... se desvanecen, se pierden y algunos son tan maravillosos, que si pudiesen ponerte una película de tu vida con todos aquellos momentos que no viste, que no viviste, que no experimentaste... se encogería tanto tu corazón que desearías volver a realizar el mismo camino, prometiéndote a ti mismo/a, disfrutar esta vez de los regalos que te ofrece el sendero de la VIDA.
¿Para que esperar a vivir de nuevo?
DISFRUTEMOS DEL CAMINO HOY, AHORA
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